viernes, febrero 23, 2018

Presentación de 'El cielo entre paréntesis'

El jueves 22 de febrero a las 17.30 se  presentó en Letras Corsarias 'El cielo entre paréntesis', último libro de la poeta Marisa Martínez Pérsico editado por Valparaíso Ediciones. 


Rodeadas de amigos, entre quienes se contaba el poeta Luis García Montero, Marisa y yo dialogamos sobre su obra, sus lecturas y el significado de los paréntesis en el libro. 

La voz de Marisa Martínez Pérsico funda una frontera propia entre la lucidez y el sueño, entre el mundo exterior y la intimidad. El cuerpo se cuenta y se canta, porque sentir la piel es un acontecimiento parecido a cruzar una ciudad o a tocar con las manos una idea. La hora de esta poesía sucede en el lugar del instinto y la meditación, del saber y del desear. Las certezas del cielo se ponen entre paréntesis porque hay fronteras que se crean para que la poesía las cruce y establezca su contrabando de memorias y de silencios. Siempre al otro lado de las cosas, escucha la realidad detrás de una puerta y atiende a la imaginación desde la otra orilla de lo que ya ocurrió o desde lo que quizá pudiera repetirse de un modo distinto. Profesora, poeta, Marisa Martínez Pérsico une la pulsión narrativa con el lirismo puro, el conocimiento de la tradición con el tiempo vivo del mañana, la materialidad con la fuga. Tiene el don de la primera vez y de las segundas oportunidades.





















LOS SONIDOS DE ALEPO

La sangre siempre es roja en las heridas
LAURA SCARANO
A María del Mar
Soñé que estábamos en una ciudad bombardeada.
Vi praderas, estepas y desiertos.
Vi los bosques montanos de Anatolia,
las cabriolas áereas,
el impacto de las bombas de racimo,
la argamasa de piel contra el cemento,
los escombros azules de un hotel incendiado.
He despertado pensando en los sonidos
para no meditar sobre el silencio
pues los niños
no sabrían vivir en el silencio,                                    
y en los parques de Alepo
ya no pueden cantar.
Que alguien grabe la orquesta
de un mundo que enmudece.
Las charlas del mercado,
un saludo de amor desde el alféizar,
el fragor de una taza
y el susurro de un ave bizantina
dibujada en un muro
que resiste de pie.
Todo pasa tan rápido. No hay tiempo
de llorar a los muertos.
¿Tan urgente es la ruina de los otros?
Pasamanos ajenos de la pena
para afirmarse en vertical.
La conciencia del crimen
no nos salva del crimen.
Más de cien niños murieron en Alepo
y un convoy de juguetes aguarda todavía.
Todos ellos emulan tu rostro cuando duermes,
la fogata del sol que te calienta,
la cobija en que sueñas cada noche,
ya no hay mantas ni peces ni caricias
que arropen las estepas,
serán siempre las suyas heridas que te nombran
aunque estorben a un mundo que a ti te pertenece.
Escribiré a tu lado este poema a las estrellas.

La muerte siempre es de los otros.

© Marisa Martínez Pérsico

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